VISTA DEL CAMPO DE GOLF DESDE NUESTRA HABITACIÓN
No madrugamos mucho y llegamos al hotel a las 13:30 horas con el tiempo justo de dejar el equipaje en la habitación y bajar al comedor a bufarnos a base de buffet valga la redundancia. Después de la consabida siesta de mijuande y la visión, por mi parte, de la archiconocida novela de la 1, nos dispusimos a hacer un poco de ejercicio. Bueno al final nos pasamos un poco de rosca y estuvimos andando durante dos horas para realizar unos once kilometros y casi llegar a Pueblo Indalo. La vuelta se nos hizo larga y más observando que en el horizonte había una tormenta con rayos y todo. Tuvimos suerte y fue entrar en el hotel y empezar a llover, aunque para tanta descarga eléctrica, apenas cayó agua.
Después de una merecida ducha nos bajamos de nuevo a seguir bufando, que habíamos echo hueco en el estomago, entre el mediodía y la noche no dejemos ni un plato sin probar.
Lo peor del viaje sería la noche comprobando que tanto como el colchón como la almohada eran una ….. no quiero decir palabrotas, digamos que eran muy malas. Al día siguiente mijuande se fue como no a correr y a la vuelta, empezamos con los riñones molidos por el colchoncito a asearnos para bajar a desayunar. En este desayuno mijuande si que se pasó un poco comiéndose dos huevos fritos, vamos un antojo. Yo fui más disciplinada evitando ese tipo de tentaciones.
Después para aprovechar la mañana decidimos ir andando por la playa en dirección contraria al día anterior, para llegar al pueblo de Garrucha que estaba muy cerca de la urbanización donde se encontraba nuestro Hotel. Por allí nos dimos una vuelta por el Paseo Marítimo y nos tomamos algo para refrescarnos, el sol empezaba ya a apretar de lo lindo. A la vuelta nos bajamos un rato para darnos un bañito en la piscina y tumbarnos al sol, pues bien el baño frío y el sol inexistente, se nos había vuelto a meter unos nubarrones que de nuevo amenazaban con lluvia.
HOTEL MARINA MAR
Ya nos daba igual si llovía o no, estabamos bajo techo y de nuevo en el comedor para la siguiente bufada, durante el primer día fuimos a base de cerveza y agua, y para variar nos pedimos una botella de vino “Rioja cosecha del año” y una gaseosa. Cada comida que hacíamos íbamos comiendo un pelín más menos mal que solo iban a ser dos días.
Por la tarde más siesta y telenovela para después volver a salir a andar pero ya más pausados con un paseo por la arena de la playa y otro siguiendo el curso del río Aguas hasta donde nos dejó el camino. Era nuestra última noche y después de cenar acabando con la botella de vino como no podía ser de otra manera, estuvimos tumbados a la bartola viendo la tele hasta quedarnos dormidos, aunque con dolor de riñones.
Por la mañana después de ver cinco veces el telediario decidimos bajar a desayunar a eso de las 09:30 horas, no había porque madrugar y para un día que podemos hacerlo, pues nada a descansar. Después de desayunar intentando no pasarnos demasiado, subimos a hacer las maletas para despedirnos de Mojacar y de la escapadita que se nos hizo corta, salvo las noches que se hacía eternas. Y colorín colorado este rollo se ha acabado.
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